Más allá de la patología “No soy perfecta, no soy mala, estoy aprendiendo.” Ale La labor de psicoterapia es una tarea que requiere asumir una enorme responsabilidad, hace falta escuchar atentamente y de vez en cuando perderse en tramas complejas, adentrarse en la vida de alguien y mirar desde lugares quizás nunca antes vistos, sentir las palabras, los gestos, las emociones y a veces compartir la ira, algunas carcajadas o incluso conmoverse hasta las lágrimas, es necesario retroalimentar de forma honesta y usando las palabras adecuadas, planear el camino a seguir y ajustar continuamente, reconocer los límites propios y nunca dejar de prepararse. No obstante de esta gran responsabilidad, la psicoterapia es un trabajo apasionante. Quien incursiona en esta labor descubrirá con sorpresa que son múltiples los saberes básicos que no se desarrollan en los libros o en la preparación profesional, ¿cómo enfrentamos la primera vez que alguien abandona el proceso terapéutico? ¿qué hacemos cuando una historia nos deja sin palabras? ¿y si algo nos conmueve debemos aguantar el llanto? ¿qué pasará la primera vez que nos planten? Con el tiempo descubriremos que una trama compleja y llena de conflicto puede provocar dolores de cabeza y que una charla profunda es suficiente para elevar la temperatura de cualquier habitación. Entre estos asuntos inesperados quizás uno de los más relevantes es reconocer que la propia sabiduría y aprendizaje de las y los consultantes, más allá de ser útil para su propio proceso de cambio, también nos transforma, también sacude nuestras vidas, también nos enseña. En términos generales se ha establecido que el cambio es el propósito principal del trabajo psicoterapéutico, ya sea de actitudes, creencias, comportamientos, relaciones o estados emocionales que resultan problemáticos para las personas con quienes trabajamos y/o para sus vínculos más próximos. Múltiples veces nos hemos cuestionado si el cambio debe ser posterior a un proceso dirigido, voluntario y consciente de transformación, o si por el contrario estos conceptos son opcionales y el cambio puede ser alcanzado a través de un proceso indirecto, involuntario e inconsciente. Tradicionalmente el análisis se ha centrado en una visión individualista inspirada en el modelo médico del diagnóstico y tratamiento, lo que inevitablemente ha llevado a cuestionar las motivaciones (voluntarias) y/o perturbaciones (involuntarias) de la persona en el sostenimiento de un problema, dando como resultado juicios superficiales y centrados en la patología. No es extraño entonces que siga existiendo una visión tan negativa de la psicoterapia y que las personas sigan renuentes a acercarse a estos servicios, “¡¿cómo? si yo no estoy loco!”, no obstante se han abierto nuevas brechas que cuestionan los juicios individualistas y patologizantes tradicionales, propuestas que elaboran un análisis del contexto inmediato y social en que la persona y terapeuta se encuentran inmersos o inmersas, integran una visión política y entienden a la psicoterapia como un proceso de aprendizaje más que como el tratamiento de una enfermedad. Estas nuevas posturas han permitido recuperar y recalcar la importancia de las intuiciones, saberes y aprendizajes tanto de consultantes como de terapeutas. Más allá del individualismo “Los grandes logros se construyen de acciones más pequeñas.” Daniel Para el antropólogo Gregory Bateson el cambio es resultado del establecimiento, interrupción o alteración de un circuito de interacciones, los elementos que conforman dicho circuito oscilan entre la actividad voluntaria e involuntaria, pensamientos, acciones concretas, emociones y sensaciones son parte de estos elementos, no obstante para él lo más importante son las relaciones que existen entre estos y no el elemento en sí, por ello el sólo hecho de establecer un orden distinto en el conjunto de elementos puede propiciar un cambio radical en todo el circuito. Pensemos por ejemplo que el lector o lectora que ahora atiende este texto realiza infinidad de circuitos de interacciones todos ellos entrelazados en mayor o menor medida, circuitos para llevar a cabo la lectura, para mantener el equilibrio o disponer los dedos de la mano en un orden específico para sostener algo. Preste atención… si le preguntara ¿en este momento, cuánto tiempo dura en hacer una inhalación al respirar? ¿cuál sería su respuesta?... es posible que esta inhalación que acaba de analizar se vuelva ligeramente más prolongada que el resto, o más corta, pero distinta de la respiración que había sostenido de manera involuntaria, hace falta poco para que el circuito de interacciones que denominamos respiración vuelva a su ritmo habitual involuntario. Poder traer al plano voluntario este tipo de elementos, alterar su relación con el resto y permitir que desciendan nuevamente a un orden involuntario es un proceso clave para el cambio que Bateson denominó deuteroaprendizaje o “aprender a aprender”. Quizás lo más remarcable de esta visión es que para Bateson los conjuntos de interacción no se limitan al individuo, la información que fluye por estos circuitos implica un contexto y una colectividad, por lo que para Bateson la mente es contextual y colectiva. Por un lado esta postura abre la puerta a entender a la psicoterapia como un proceso de aprendizaje hacia nuevos tipos de relaciones y por otro acentúa el análisis del contexto personal, familiar, social, histórico y cultural en que la persona y terapeuta se ubican. Otros aportes como los de David Epston y Michael White han introducido una visión que cuestiona las relaciones de poder construidas socialmente y que plasmamos en discursos sobre el mundo que nos rodea e incluso en las historias con que narramos nuestra propia vida. Esta propuesta inspirada en el trabajo de Michel Foucault recalca la denuncia de discursos personales y sociales que resultan injustos o abusivos para nosotros, nosotras o incluso para todo un grupo dentro de nuestra sociedad, por otro lado hace hincapié en reconocer la agencia de las personas para transformar estas situaciones con sus propios recursos. Desde este supuesto es clave reconocer la dimensión política que atraviesa nuestra práctica. Estas son algunas de las propuestas más relevantes que han inspirado mi trabajo en psicoterapia, no obstante no se reduce a esto, omitiré muchas otras influencias con el propósito de centrarme en lo que aquí nos incumbe, plasmar los aprendizajes. Plasmar los aprendizajes “Puede ser doloroso, pero es peor dejar pasar. Asume la responsabilidad.” Arturo Como terapeutas de a poco vamos construyendo nuestro propio estilo, desarrollamos estrategias útiles para atender diversas necesidades y situaciones con las que trabajamos, evaluamos, ajustamos y volvemos a intentarlo, siempre en compañía y bajo la guía de las personas a quienes dedicamos nuestra labor. A principios de 2016 comenzó a tomar forma una propuesta para complementar el cierre del proceso terapéutico que llevaba a cabo con las y los consultantes con quienes trabajaba, la intención de desarrollar esta estrategia era poder recapitular de alguna manera todo el esfuerzo y trabajo realizado, reconocer las nuevas habilidades, herramientas y aprendizajes construidos, visibilizar el camino recorrido y contrastar el inicio con el cierre del proceso, recalcar la agencia de la persona en su propia transformación y plasmar un recordatorio de todo ello. El ejercicio que resultó de esto lo llamé “Transmutar”, haciendo referencia a un concepto de la alquimia donde un elemento o compuesto químico es transformado en otro, generalmente de uno que se considera poco relevante a otro muy valioso, haciendo una alegoría sobre los momentos difíciles o dolorosos que atraviesa la persona antes de alcanzar sus objetivos terapéuticos. El ejercicio se desarrolla en 4 pasos: objetivos, responsabilidad, aprendizajes y símbolos. 1. Objetivos Este primer paso pretende ayudar a contrastar el inicio con el cierre del proceso y recordar el sentido de todo el trabajo realizado. Comienzo por recapitular los objetivos definidos al inicio del proceso, ¿por qué fueron establecidos estos objetivos? ¿qué problemáticas pretendían atender? ¿cuál era la situación que atravesaba en ese momento? ¿cómo se sentía? Preguntas como estas pueden ser útiles para invitar e incentivar a la persona a reflexionar sobre estos puntos. 2. Responsabilidad Luego de explorar las problemáticas que pretendían atender dichos objetivos cuestiono acerca de las distintas situaciones que sostenían tales conflictos, ¿cómo usted alimentó el mantenimiento de esta situación? ¿cómo sus vínculos más cercanos alimentaron el sostenimiento de la problemática? ¿cómo el contexto o la sociedad donde vive alimentó la existencia de este conflicto? Esto tiene como objetivo visibilizar y delimitar las distintas responsabilidades que entran en juego en la existencia del problema, es importante recalcar que no siempre existe una responsabilidad propia, sobre todo con personas víctimas de violencia o muerte de seres queridos y queridas por causas naturales o accidentes letales, en estos casos podemos explorar acciones políticas para la prevención y denuncia planteando un acercamiento con colectivos e instituciones, e incluso el desarrollo de proyectos personales. Hacia el cierre del proceso la persona ha adquirido confianza en sus propias habilidades y fortaleza para continuar por sus propios medios, esta condición facilita que sea capaz de reconocer sus propias responsabilidades en el mantenimiento del conflicto. 3. Aprendizajes Este punto tiene la intención de plasmar en frases simples las herramientas, habilidades, posturas y/o aprendizajes que la persona ha desarrollado a lo largo del proceso terapéutico, esto se lleva a cabo cuestionando las distintas responsabilidades anteriormente delimitadas, usted anteriormente alimentaba el problema de esta manera, ¿ahora qué opina al respecto? ¿qué consejo daría a una persona que vive esta situación? ¿qué lecciones le deja haber vivido esta experiencia? Aquí la intuición juega un papel importante para la persona al intentar condensar el recorrido atravesado con dolor, dificultades y logros en frases cortas pero llenas de sentido para el contexto de su experiencia. Todas estas frases son recogidas de manera literal para su posterior uso. 4. Símbolos Finalmente pregunto al consultante acerca de símbolos que sean relevantes, que signifiquen algo importante o simplemente que llamen su atención o sean de su agrado, estos pueden ser números, letras, colores, formas, animales, entre otros. Estos símbolos acompañarán las citas antes recogidas con el objetivo de personalizar y anclar los aprendizajes a formas concretas. Personalmente prefiero entregar pequeños papeles a manera de separadores donde plasmo el aprendizaje junto al símbolo como muestro a continuación: Berenice Al entregarlo menciono lo siguiente “Esto que te daré a continuación es resultado del camino que has recorrido, de tu propio esfuerzo y los logros alcanzados, pero también del dolor que con valentía has enfrentado, en tus propias palabras resumen todo el trabajo que has realizado. Son tus aprendizajes y puedes hacer con ellos lo que creas más conveniente, úsalos para tu vida, compártelos si crees que alguien más puede llegar a necesitarlos, no son definitivos y también pueden llegar a transformarse junto contigo”. Aquí algunos ejemplos de la sabiduría de las y los consultantes con quienes he trabajado: No permitas que un ideal traicione tu bienestar. Elizabeth Seguir adelante, de lo bueno y lo malo se aprende. Gabriel Es normal tener miedo, evita aferrarte. Jesús Mírate al espejo. No te prives de algo que te gusta. Lorena Seguir lo que piensas y sientes no es fallarle a alguien, es ser fiel a ti. Mara Este texto representa algunos de mis aprendizajes en psicoterapia y esta es mi manera de plasmarlos, agradezco a las personas que me han regalado su confianza y me han permitido aprender a su lado, espero esto pueda ser útil a otros y otras colegas. Si el éxito roba tu felicidad entonces no es éxito. Pablo Por: Psic. Luis Pablo Acevedo Caballero.
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