Vista de El Cerro de la Higuera desde Genera Alternativas en el Centro de Guadalajara. Vista de Guadalajara desde la cima del Cerro de la Higuera. Marchamos por la barranca, atravesamos el río, trepamos el cerro, con la carne ardiendo, con los huesos deshechos, sudando y resistiendo. Una vez en la cima pudimos verlas, las líneas imaginarias de nuestra tierra, de nuestro lenguaje, de nuestros saberes. Nos reconocimos.
Por: Psic. Luis Pablo Acevedo Caballero.
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Dentro del núcleo familiar es donde aprendemos a comunicarnos con el mundo, a niveles y de formas distintas. En ocasiones decimos que “los padres y madres son el reflejo de los(as) hijos(as)”, y de cierta forma, esta frase tan conocida tiene razón. En edades tempranas, las(os) niñas(os) muestran una mayor capacidad de aprendizaje social, el cual van estructurando, principalmente, por medio de la imitación. Por ello, es importante que como guías, obtengamos herramientas que nos permitan tener una comunicación adecuada con aquéllos y aquéllas que nos rodean, buscando otorgarles mensajes verbales y no verbales claros y efectivos.
Comunicación verbal y no verbal Cuando damos un mensaje, el mismo no sólo está conformado por las palabras que utilizamos, sino que también hacemos uso de cierto tono de voz, gestos y movimientos que lo vuelven un tanto más complejo. Al momento de comunicarnos con otras personas, es importante lograr una armonía entre lo que decimos, lo que hacemos y la manera en que lo decimos, con la finalidad de que el mensaje sea congruente en todos los sentidos. Así, por ejemplo, cuando un padre o una madre utiliza la frase “No estoy enojado(a)”, mientras grita o pellizca a su hijo(a), el/la ´pequeño(a) que recibe el mensaje, no tiene muy claro lo que en realidad sucede; las palabras expresadas dan un mensaje totalmente distinto al del tono de voz, los gestos y/o los movimientos. Es posible que cuando intentemos comunicarnos con los y las demás, nuestras emociones estén totalmente involucradas, pero no por ello debemos permitir que sean éstas las que controlen el mensaje a emitir. Comunicación familiar La comunicación dentro de un ambiente familiar tiene como función el ser una herramienta para expresar nuestras necesidades, expectativas y emociones respecto a lo que sucede. Y para ello es importante, no sólo que nuestro mensaje sea congruente, sino que podamos poner en práctica nuestras habilidades de escucha y empatía. Cuando algún familiar desea platicarnos un acontecimiento que sucedió en su día, es importante poner el 100% de nuestra atención a ello. En ocasiones, las exigencias de vida actuales, nos mantienen en una posición de total indiferencia ante lo que para otros es necesario e importante decir. Por ello, es recomendable que si, por ejemplo, tu hijo(a) desea platicarte algo que para él/ella es importante (independientemente de que para ti pueda no serlo), dejes de hacer lo que estás haciendo y le veas a los ojos cuando está hablándote; esto dará el mensaje de que realmente te importa lo que pasa con él/ella. Si por el contrario, quien desea emitirle cierto mensaje eres tú, ocasionalmente es necesario que te bajes a su nivel de estatura, le veas a los ojos y le hables claramente lo que deseas, principalmente si lo que deseas es darle una instrucción. Soy responsable de mis emociones En ocasiones, creemos que las demás personas tienen culpabilidad en la forma en que nosotros nos sentimos. Esto es totalmente erróneo. Si bien es cierto que en ciertas ocasiones las palabras o acciones de los y las demás nos hacen sentir de una u otra manera, esto no significa que esa persona haya sido quien te hizo sentir molestia, tristeza, preocupación, etc. Él o ella mantuvo cierta conducta que a ti te hizo sentir una u otra emoción. Así pues, no es lo mismo decirle a tu hijo(a): “Me hiciste enojar porque no recogiste tus juguetes”, que decir: “El que no recogieras tus juguetes me hizo sentir enojada(o)”. En el primer ejemplo, tu hijo(a) no sólo es responsable de no haber organizado sus cosas, sino también de que tú te hubieras enojado (porque él/ella lo hizo). Mientras que en el segundo, tu hijo(a) sólo es responsable de no haber cumplido con una de sus tareas dentro de casa; la emoción que te surgió después, fue con base en su conducta, y sólo tú fuiste responsable de sentirla. Como podemos darnos cuenta, la comunicación en una familia con bases sólidas, es básica para el desarrollo y crecimiento de la misma. Por ello, es importante que se trabaje en estos aspectos con la finalidad de lograr un ambiente de armonía, en el que logremos ser esa guía que los y las demás necesitan de nuestra parte para mejorar sus relaciones interpersonales y obtengan mayores herramientas para la solución de conflictos, por ejemplo. Las personas dentro de un sistema familiar, tienen el derecho de expresar sus necesidades, inquietudes, deseos y emociones, sin embargo, también están obligadas a escuchar y tratar de ponerse en los zapatos del otro(a), para prevenir molestias y malos entendidos. Por: Psic. Yadira Guzmán. [email protected] Mary Wollstonecraft Godwin mejor conocida como Mary Shelley dijo “No deseo que las mujeres tengan más poder que los hombres, sino que tengan más poder sobre sí mismas”, una frase cortita pero muy contundente, pues a pesar de que ella la dijo hace muchos años, sigue siendo un deseo ferviente de muchas y muchos de nosotros, que las mujeres tengamos poder de aquello que por derecho es nuestro, nosotras mismas.
Si bien es cierto que hemos avanzado de muchas maneras, por ejemplo a través de la realización de foros en los que se cuestiona qué hemos hecho, hacia dónde vamos, qué hace falta y escucharnos las unas a las otras; al construir cadenas de mujeres cada vez más grandes que trabajan lado a lado en el cuestionamiento de las diferencias de género, para transformarlas en igualdad de género, por ejemplo en el impulso de políticas públicas, lo visto en las distintas marchas feministas o de repudio, cuando los derechos de una son violentados y reaccionamos en conjunto o el trabajo de algunos hombres en el impulso del feminismo y la construcción de nuevas masculinidades, en la comprensión de que el machismo no sólo afecta a las mujeres, sino también a ellos al privarlos de la sensibilidad, afectividad, expresión emocional, crianza de las y los hijos etc. La realidad es que aún faltan muchas cosas por trabajar, las mujeres a lo largo de mucho tiempo hemos carecido de un derecho tan básico como lo es el control de su propio cuerpo, la educación, la cultura, la religión, los medios de comunicación y sociedad en general han impedido que las mujeres puedan apropiarse de su propio cuerpo siendo por ello fundamental el reflexionar sobre la imperante necesidad de ser dueñas de algo que nos pertenece, nuestro cuerpo. De antemano les pido una disculpa por los pleonasmos que estaré utilizando al usar frases como “apropiarse de su propio o ser dueñas de lo que nos pertenece”, lo uso de manera intencional para evidenciar lo absurdo que resulta el no poder ejercer ese poder sobre nosotras mismas. En el camino de retomar el poder de nuestro cuerpo puedo visibilizar algunos primeros pasos por dar, que por sencillos que parezcan su realización puede ser un poco más complicada, justo por encontrarse enlazada en ese macro control social de nosotras. El primer paso sería el conocimiento de nosotras mismas, no podemos apropiarnos de algo que ni si quiera conocemos, es indispensable el reconocimiento de mi ser en lo físico, en lo moral, emocional y sobre todo en lo sexual distinguir la vagina de la vulva, perder el miedo a tocarme como parte del cuidado de mi salud. El segundo sería la planificación reproductiva, a través del acceso a la metodología anticonceptiva y control de la natalidad, en México desde hace 42 años nuestra constitución reconoce que "TODA PERSONA TIENE DERECHO A DECIDIR DE MANERA LIBRE, RESPONSABLE E INFORMADA SOBRE EL NUMERO Y EL ESPACIAMIENTO DE SUS HIJOS" (REFORMADO MEDIANTE DECRETO PUBLICADO EN EL DIARIO OFICIAL DE LA FEDERACIÓN EL 31 DE DICIEMBRE DE 1974), sin embargo, al menos en nuestro país el 9.8% de las mujeres en edad fértil actualmente unidas tienen una demanda insatisfecha de métodos anticonceptivos, es decir que a pesar de desear usar un método no lo tienen, según la CONAPO en 2009, eso sin contar a las mujeres en edad reproductiva no unidas. ¿Por qué resulta tan importante este punto? Sencillamente porque es la evidencia del control, nosotras decidimos si crece o no un ser en nosotras, no delegamos esa responsabilidad a nadie más, ni permitimos que otro (otros, otra u otras) decida por nosotras, ya que la reproducción sigue siendo una de las formas más poderosos de limitar el desarrollo de la mujer y la apropiación de los espacios públicos, de seguirla relegando al espacio doméstico con esta cultura de la "buena madre" que obliga a las mujeres a decidir entre el desarrollo profesional y el familiar. El tercer paso por avanzar es el cuestionamiento de los estereotipos de género, que han afectado enormemente la construcción del ser mujer orillándonos a rechazar en algunos casos o a odiar en otros, todo lo que es natural en nuestro cuerpo, así pues tenemos miles de productos para alaciar a las chinas, para enchinar a las lacias, para hacer delgadas a las gordas y aún más delgadas a las flacas, para eliminar todo el vello corporal, para aclarar, aromatizar y ahora hasta reafirmar nuestra área genital (bueno solo la de las niñas bien). Enseñándonos de base no sólo un consumismo sin medida sino la necesidad de generar un cuerpo falso para el placer y disfrute del otro, construyendo un ideal de mujer a través de la mirada masculina. Por lo tanto resulta indispensable el resignificar el qué soy, para quién y porqué, ya que existen miles de formas de ser mujer, no sólo la forma comercial de serlo, así que cuestiónate, ¿quién eres? Estos estereotipos de los que hablábamos también incluyen el fomento al amor romántico que sería el cuarto paso por avanzar, el replantearnos el amar desde una perspectiva diferente al que considera que “el amor todo lo puede”, “el amor es lo más importante y requiere entrega total”, “existe uno solo verdadero y predestinado” y “el amor como posesividad y exclusividad”. Aunque de este punto hablaré más a profundidad en otro texto. El cuarto de los pasos por transitar es la vivencia del placer sexual, romper con los mitos arraigados culturalmente como aquel que relaciona el dolor con la primera vez, el desconocimiento sexual de la mujer como acto de pureza, de seguir nombrando puta a otra mujer que disfruta más que yo o que tiene mayor frecuencia de contacto sexual que yo, el comenzar a practicar el autoerotismo como forma de fomentar mi libertad y salud sexual al no depender de otr@ para mí placer, el reconocer mi derecho al placer y vencer con la visión de mi cuerpo como objeto para el placer egoísta de otro, como algo que debe de ser ganado y entregado para el otro, en vez de entenderme como persona con derecho a la vivencia del placer, el dejar de reproducir escenas, pujidos, gritos etc. de la visión del deseo desde la mirada del porno masculino de posesión. Sino resignificar mis sentidos, el darme permiso a sentir y experimentar; y sobre todo el tan dañino mito de la pareja heterosexual como la única existente. Por: Psic. Cintya A. Cazares Sandoval. [email protected] Últimamente siento que cada acción, palabra, postura o hasta pensamiento definen la persona en la que me estoy convirtiendo y la que seré el resto de mi vida. Esto me ha llevado a tomar consciencia, tal vez demasiada, de mis decisiones, lo que me ha llevado a sentirme muy “pesado”. Siento la pesadez de cada pequeña decisión. Por ello, me he percatado que la mayoría de las personas no deciden por sí mismas. Se dejan llevar por el momento o por presiones de familia, amigos, cultura o peor, por sus propios miedos. Eventual e inevitablemente, bastante rápido en realidad, sufren las consecuencias de su falta de peso y tienen que lidiar con ellas. Siempre había asociado la metáfora de la libertad con la metáfora de volar; de volar ligero. La libertad y la consciencia pesan, el autoengaño es ligero y el "destino" toma ese peso. Personalmente no creo en el destino, sino en las consecuencias de esas acciones determinadas por el contexto.
Pero, ¿qué está marcando el contexto actual? Las conductas impulsivas, adicciones, desesperanza, superficialidad, competencia, cinismo y las sensaciones de vacío e insatisfacción parecen ser una característica del momento histórico que vivimos. Algunos incluso se atreven a afirmar que vivimos en lo que llaman: “La era de los trastornos graves de personalidad”. Algunos afirman que fueron Nietzsche y la generación de existencialistas como Sartre, Camus (no pinta muy alegre la cosa, ¿verdad?) definen el inicio de una nueva corriente de pensamiento. Se desafían dogmas y escuelas antes intocables. Se crean nuevas ideas y se retoman algunas antes mal vistas como el hedonismo (o en términos actuales: el #YOLO). Aunque cabe mencionar que desde la década de los veinte, se venía gestando ya un gran cambio. La consolidación de la industria y la fabricación en serie gestaron masivamente la cultura del consumismo. La idea era crear nuevas demandas, necesidades, productos, servicios que antes no eran imprescindibles. “No sabía cuánto necesitaba este artilugio sin el cual ya no puedo vivir”. La diversificación cada vez mayor de bienes y servicios, multiplica excesivamente las elecciones, las opciones, las combinaciones que puede hacer una persona a su estilo. Pero para algunos estudiosos, se puede decir que a partir de la Segunda Guerra Mundial comienza la era actual, ya que se globaliza esta postura. Esto lleva al ser humano no solamente a volcarse sobre sí mismo en busca de la verdad y de su bienestar sino que también es obligado a hacer algo al respecto, a tomar decisiones y a hacer cambios constantemente. Sin embargo, poco a poco el individuo se va aislando; el aspecto social y el interés colectivo se van diluyendo junto con las ideologías, las costumbres y las tradiciones disciplinarias y autoritarias. La tecnología arrebata, o le son entregadas, funciones en la educación de los hijos antes reservadas a los padres. La permisividad de hoy es una reacción contra la rigidez de antaño. Se evitan “traumas” en los niños que antes se presumían. Se dice que las generaciones se marcan cada 20 años. Otros argumentan que: “Si puedes ser su hijo o hija, es de otra generación”. Hace no mucho tiempo, nos quejábamos de nuestros padres, tíos o abuelos que decían que no nos entendían. Que éramos muy “raros” o “raras” y que las modas, como los cortes de cabello, el maquillaje, las perforaciones, los pantalones rotos, flojos, o demasiado ajustados, eran absurdas (y tenían razón pero no les digan). Sin mencionar cómo perfumamos el lenguaje para adornarlo y hacerlo más original, con el “slang” característico de cada época. Pero, ¿cómo nos iban a entender si ellos eran de “otra generación”? Si tomamos en cuenta las palabras de Christopher Lasch en “La Cultura del Narcisismo” todo toma más sentido: “Cada sociedad reproduce en la estructura de personalidad del sujeto su cultura y sus modos de organizar la experiencia”. Desde hace algún tiempo he escuchado a mis amigos, o me he sorprendido pensando que no entiendo a los más jóvenes de menos de 20 años o que “en mis tiempos era mejor…”. Esto nos recuerda dos cosas, que ya estamos viejos (aunque nos duela aceptarlo) y que ya pertenecemos a una generación distinta de la de hoy. En un mundo con un ritmo cada vez más acelerado, las generaciones se acortan. Lo primero que se me vino a la mente fueron las grandes diferencias entre los juegos de antes y los actuales. A todos nosotros nos tocó jugar escondidas, la traes (o mejor dicho, la trais), bote pateado, etc. Además, era más común que en el barrio nos divirtiéramos jugando fútbol (mejor conocido como Fucho), basquetball o hasta alguna adaptación chafa de fútbol americano. ¡Cómo olvidar cuando jugábamos al doctor o a los casados! Actualmente los niños se distraen con consolas de video o los centenares de juegos de las distintas redes sociales y aplicaciones. Las características principales de la primera lista es que son juegos que implican actividad física, fomentan el trabajo en equipo y la socialización (en especial el del Dr., si saben a lo que me refiero...), la trampa era muy mal vista y se castigaba con rechazo, burla y hasta sanciones sociales negativas. Había una competencia sana y, por cursi que suene, lo importante era divertirse. La segunda lista, los videojuegos, son actividades solitarias, sedentarias, en las que sólo se busca ganar, obtener armas o matar al enemigo (casi siempre hay un enemigo) y en donde la trampa es una alternativa para llegar al objetivo. Se puede jugar con un niño en Shanghái pero es difícil conocer a los vecinos. Estos juegos sólo fomentan el individualismo, la competitividad, la trampa, la violencia y el pensar con base en objetivos, sin importar las formas. Estas características son muy importantes e, inclusive, deseables, en un mundo globalizado pero van en contra de lo que se necesita para que exista una buena socialización. A los jóvenes de hoy en día les cuesta bastante trabajo comunicarse, convivir y resolver conflictos. Les es muy difícil debatir o discutir sin alzar la voz o recurrir a la violencia. Actualmente las prioridades se han modificado. No es la amistad, la familia o el pensar en el daño que hacemos al planeta, sino cuánto dinero tienes, qué marcas posees, qué tanto puedes tomar y con cuántas o cuántos te has acostado. Se consume, incluso, otros seres humanos. En todo este contexto se germinan adolescentes que les interesa de sobremanera el dinero, el sexo, las drogas, la moda, el poder, que no saben comunicarse, no conocen sus emociones ni saben manejarlas y lo más importante, que no les importa cambiar. Como cereza del pastel rancio, seco y sin amor, como el de los grandes supermercados, los jóvenes actuales (y en esto nos podemos incluir algunos de mi camada) no tenemos tolerancia a la frustración; ¿cómo tenerla?, si lo que se busca es justamente evitar la frustración a toda costa; conseguir todo fácil, rápido, y de preferencia barato, sin importar la calidad. Veamos, por ejemplo, cómo es la alimentación. La comida siempre me ha parecido un botón de muestra muy revelador sobre las diversas culturas a lo largo del tiempo. Antes para comer algo, tenías que tomarte tu tiempo y sufrir la terrible hambre unos cuantos minutos. Esforzarte, por mínimo que fuera en prepararte algo, mínimo unas quesadillas o un sándwich. Con la invención del horno de microondas, y con la colocación incluso en tiendas de autoservicio que se reproducen a mayor velocidad que un grupo de gremlins bajo la lluvia, ahora basta con que esperes un par de minutos para calentar agua para una sopa instantánea, recalentar algo previamente elaborado o algún tipo comida congelada industrializada (incluso logran lo prácticamente imposible, hacer que una pizza sepa mal). Los daños a la salud que ocasiona el horno de microondas son muchos, pero no son importantes ahora. Lo importante es que sea rápido y que llene. La comida chatarra es la principal fuente de alimentación de esta generación. Este fenómeno es reflejo de lo que se vive hoy en día. No tenemos que esperar por nada, todo está a nuestro alcance, se busca constantemente que se obtenga todo más rápido con el menor esfuerzo. Y cuando no es posible obtener lo que queremos fácil, cuando debemos esforzarnos y esperar un poco más, nos desesperamos y no sabemos cómo manejar esa frustración, llegando a ser violentos o desertar de nuestros proyectos. Hemos olvidado el arte de cocinar, de esperar a que esté la comida en su punto, ir probando y condimentando de a poco lo que se va preparando, disfrutando de ese proceso, en ocasiones, más que la comida. Cualquier persona que tenga el gusto por la actividad culinaria, sabe de la increíble sensación de cocinar para el ser querido. Lo que ocurre con el horno de microondas pasa en todos los aspectos de nuestra vida. Llegamos a la indiferencia posmoderna, indiferencia por exceso, no por defecto; por oferta excesiva, no por privación. El individuo ha sido vaciado de su sustancia y estamos atestiguando la emergencia de individuos aislados, vacilantes, vacíos y reciclables. ¿Qué es, en la actualidad, una mujer, un hombre, un niño, un loco, una persona sana? ¡¿Quién soy yo?! Bueno, al menos queda el consuelo de pensar que somos “El ser más maravilloso del mundo, que el universo conspira a nuestro favor y que Dios nos ama”. Los grandes valores del modernismo están a su vez agotados, han sido sustituidos por un énfasis en la persona individual y su espacio privado que lo absorbe todo en su órbita, incluidos los valores trascendentales. Hoy en día, no se vale ser feo u obeso, la gente vive en dietas perpetuas y si no es suficiente, están las operaciones o tratamientos que jamás llenarán ese vacío. El ser humano actual se ha convertido en un Narciso con baja autoestima. Un Narciso que no se gusta y no quiere un compromiso a largo plazo consigo mismo. El esfuerzo ya no está de moda. “Quiero el mundo y lo quiero ahora”, o en palabras de Homero Simpson al escuchar que en pocos minutos puede obtener su búfalo frito y le parece demasiado: “… PERO YO LO QUIERO YA”. Vivimos en la era de lo espectacular, del chilaquil espiritual, del hedonismo consensuado, del “todo se vale” y de la comida chatarra. Y justo esto ha generado que los más jóvenes, quienes nacieron con el internet como algo normal, quienes traen “el chip” programado para la tecnología, quienes no gustan de cocinar o prefieren ver la comida como calorías y tiempo perdido, se conviertan en “LA GENERACIÓN DEL MICROONDAS”. Por: Psic. José Carlos Villa Lomelí Correo. [email protected] Un psicólogo que no adquiera la capacidad de pensar el propio pensamiento de la ciencia que practica -o sea, de reflexionar sobre la dimensión epistemológica y ética del conocimiento que ella produce- ciertamente sumará in[con]sciente, con el prejuicio delirante, la opresión, el genocidio y la tortura (Mello; Patto, 2008, p. 594)
Es común que se describa a la psicología y su historia de forma generalizada, de manera que no se tiene conocimiento del desarrollo de la psicología en las raíces propias de quienes la estudiamos, en mi caso, la psicología en Latinoamérica. Además, en algunas currículas de la licenciatura, esto no se enseña y a quienes estudiamos no siempre se nos despierta el hambre insurgente por las prácticas decoloniales e históricas de nuestras ciencias. Justo por eso, porque no las hacemos nuestras. Resultado de ello, es que el desarrollo de la psicología en Latinoamérica se invisibiliza. Y si bien, sí hay quienes[1] han descrito la historia de la psicología latina, debemos tomar en cuenta que ésta siempre seguirá completándose en el transcurso del tiempo, volviéndose importante no sólo saber de su pasado, sino también, la actualización de la misma. Sin embargo no será punto de discusión en el presente texto. Ahora bien, reflexionemos. ¿Para qué usamos el conocimiento de la psicología? Yo lo hago para encontrar su aplicabilidad en las familias e individuxs con quienes trabajo aquí, en México, Jalisco, Guadalajara. Y si bien, estos aprendizajes son útiles, no dejan de ser técnicas que en ocasiones no resultan o resultan diferentes. Lo que me hace sospechar de un sesgo en la aplicabilidad de las técnicas extranjeras que aprendemos clase a clase, a través de libros importados, en su mayoría de Europa y Estados Unidos. Es estos libros, son descritos casos resueltos con técnicas de gran coherencia que nos dan una luz para el trabajo que cada psicólogx desarrollamos. Motivo por el cual atraer conocimiento acultural nos permite avanzar más y más rápido (o por lo menos es lo que la modernidad nos ha hecho creer) pero no es suficiente. Esta realidad, refleja el proceso colonial de modernidad que es inadaptable al saber latino. Y franquearla es posible con una postura crítica que impregne nuestro hacer en la psicología. No olvidemos que la modernidad se ha convertido más en una representación de la realidad que la ciencia sugiere que algún día alcanzaremos, que en una realidad sustantiva en sí, y como Medina (2008) lo describe la ciencia como instrumento ha triunfado y la modernidad como utopía e imaginario ha fracasado, por lo menos en Latinoamérica (p. 84). Así también, observar que las identidades latinas están conformadas de maneras distintas combinando narrativas que nos describen. De manera que la discusión sobre las maneras de etiquetarnos o nombrarnos implica los dilemas que confrontan diversas disciplinas al entender este objeto huidizo que llamamos “lo latinoamericano” y las dificultades que presenta cambiar sus distintas estrategias de conocimiento (Canclini, 2002, p. 2). Teniendo esto en cuenta, prosigo a describir algunas recomendaciones que pueden servirnos para ampliar una visión crítica. En primer lugar, posicionémonos. Revisemos nuestro contexto, nuestra identidad y las de quienes nos rodean; seamos consientes desde dónde estamos trabajando y con quiénes trabajamos. Teniendo en claro las particularidades y generalidades del ser latinxs[2]. Posteriormente, en el momento en el que echemos mano de conocimientos extranjeros, aceptémoslos con coladera. Preguntándonos quién escribe, de dónde provine, en qué fechas y sucesos se desarrolló su postura teórica y para qué. Demos a ese conocimiento contexto, con lo que podremos colocar nuestra lectura bajo una lupa reflectora para cuestionar aquello con lo que no estemos de acuerdo. Finalmente, no dejemos de mirar a la gente, nuestra gente. Y serán ellxs quienes nos darán el camino para la aplicabilidad de cualquier interpretación, teoría, hipótesis e intervención. No les encerremos en etiquetas que han sido creadas para otras generaciones en otros espacios. Y acerquémonos más a la psicología social, al feminismo latinoamericano, a la pedagogía de la liberación y las pedagogías decoloniales que nos renovarán en nuestro quehacer diario como psicólogxs[3]. Virar la mirada hacia nuevos horizontes de conocimientos de aguas que son surcadas con mapas extranjeros no ha sido el mejor camino que podamos tomar comparándolo con la creación de mapas propios. Promovamos circunstancias que favorezcan el desarrollo de la psicología en raíces que no sean las ajenas. Hagamos psicología latina. Citas: 1. Rubén Ardila, de la Universidad Nacional de Colombia publicó en 1969 Desarrollo de la psicología Latinoamericana en la Revista Latinoamericana de Psicología, vol. 1, núm. 1. Y Fernando Luis González Rey del Centro Universitario de Brasilia escribió un artículo publicado en la Revista Electrónica Internacional de la Unión Latinoamericana de Entidades de Psicología, titulado La psicología en América Latina: algunos momentos críticos de su desarrollo en agosto del 2009. Ambos artículos exponen la continuidad histórica que ha tenido la psicología en Latinoamérica. 2. Por ejemplo, en lo particular, el ser latina me posiciona en un espacio geopolítico que habla de mi historia como pueblo, un pueblo de usos y costumbres propias que fueron conquistadas y reformuladas por una colonia. Y en lo general, hablamos también de un bagaje en letras, sonidos, sabores, paisajes y pasiones. Me enorgullezco de permanecer a un espacio en el que nos gusta vivir en comunidad, familias y sociedades bien enteradas. Contar con una personalidad cálida y cariñosa que apapacha a diestra y siniestra. Aunado a lo que nos encontramos con una rica multiculturalidad. En mí pensamiento, acciones y sensaciones están el ser latinoamericana. 3. Recomiendo como bibliografía inicial para dicha tarea el siguiente artículo y libros: Gargallo, F. (2007) Feminismo Latinoamericano. México, v. 12, nº 28. ene./jun. 2007. Walsh, C. (2013) Pedagogías decoloniales. Abya Ayala: Ecuador. Freire, P. (1968) Pedagogía del oprimido. Siglo XXI: México. Freire, P. (1996) Pedagogía de la autonomía. Siglo XXI: México. Bibliografía. García, N. (2002). América Latina: un objeto de estudio que desafía a las disciplinas. Conferencia inaugural del DIECS: ITESO. Medina, R. (2008). Cambios modestos, grandes revoluciones. Las Familias en la Teoría Social: Diversidad y Contradicción. Red Américas Psicología: México. Mello, S. L.; Patto, M. H. S. (2008). Psicología USP. Psicología de la Violencia y Violencia de la Psicología, São Paulo, v. 19, nº 4. out./dez. 2008. Por: Psic. Vanesa G. R. Villalpando. [email protected] Este texto tiene el objetivo de generar más preguntas e inquietudes para la reflexión que el de resolverlas.
Durante el proceso psicoterapéutico, las y los psicólogos nos vemos en el papel de poner a implementar y desarrollar los conocimientos obtenidos durante nuestra formación, formación mayoritaria e inicialmente teórica, y al ir finalizando el curso un tanto más práctica. Estos son los primeros acercamientos a la realidad propia y de nuestros consultantes ya como profesionistas. El papel que desarrollamos cada psicoterapeuta viene marcado por un bagaje personal de intereses, deseos, planes, experiencias, objetivos y metas que definen la manera en que participamos en la psicoterapia. De esta manera seleccionamos, quienes nos avocamos a seguir desarrollando la parte clínica, un marco teórico y necesariamente práctico que mejor se adecue a nuestros intereses personales-profesionales, ya sea psicodinámico, cognitivo, humanista, conductual o sistémico y en sus múltiples variaciones que presenta cada uno. Cada marco teórico viene precedido por sus experiencias y autores, así como por las mejores “técnicas” y herramientas que han desarrollado a lo largo de su existencia para lograr el bienestar humano y la resolución de los problemas que aquejan a las y los consultantes. Es interesante reconocer que cada escuela que ha desarrollado aportes para la psicología clínica retoma y desecha elementos de otras, en mayor o menor medida y de acuerdo a las diferentes variables de cada escuela, que como ya se mencionó son bastantes y no es el objetivo de este escrito describir cada una; empero, se relacionan en que buscan lograr el bienestar y la buena salud mental con el trabajo de las emociones, las conductas, las acciones, los pensamientos, los sentimientos, los recuerdos, los afectos, la comunicación, las relaciones, etc. y demás cuantos elementos subjetivos-objetivos podamos mencionar. Es importante recalcar que desde nuestra formación, hasta la práctica concreta y el devenir de nuestro aprendizaje profesional constante e interminable, además de nuestros intereses personales individuales, se encuentran matizados por el contexto cultural y sociopolítico en el que nos desarrollamos. Esas son las razones por las que, por ejemplo, su servidor optó por interesarse en un enfoque sistémico y algunas de sus variaciones concretamente. Ahora, pensemos, dicho lo anterior, ¿son acaso las problemáticas, que nuestros consultantes nos comentan en sesión, obra de sus acciones y decisiones personales?, ¿las soluciones que se desarrollan dependen intransigentemente de la responsabilidad individual de nuestros consultantes?, ¿nuestro papel es darles soluciones, usando nuestros conocimientos profesionales a sus problemas, nosotros, como “expertos" de la vida del otro? o ¿acaso es colaborar en la búsqueda de mejores respuestas que se vinculen con la experiencia concreta y particular de ellos mismos? Las problemáticas que nos llevan a visitar al psicólogo o psicóloga ¿son únicamente de origen interno como las emociones y pensamientos? o ¿responden al efecto dialéctico de los hechos internos y externos de la realidad construida social, política, económica y culturalmente? El contexto en que se desenvuelven los consultantes comienza a ser tomado en cuenta en la psicoterapia a finales de los 40s y principios de los 50s con el surgimiento de paradigmas distintos al psicoanálisis. Se inicia pues el desarrollo de una práctica y teoría psicoterapéutica que toma como base las teorías de los sistemas, la cibernética de primer y segundo orden junto a la de la comunicación humana para trabajar con los individuos y sus familias dentro de un contexto integral e innegablemente influenciado por las relaciones humanas. Posteriormente aparecerían las posturas posmodernas criticando el quehacer del psicólogo “experto” en la vida de los y las demás. En este caso surge también una crítica generalizada contra el positivismo y los usos de la ciencia para la guerra y los intereses de políticos y empresarios principalmente estadounidenses contra las poblaciones menos industrializadas, preguntándose ¿dónde había quedado la supuesta imparcialidad y objetividad de las ciencias y el método científico que el positivismo defendía? Dentro de la ciencia psicológica occidental en el norte y en América Latina, comienzan a tomar más fuerza los estudios grupales y comunitarios, la intervención psicosocial, las relaciones humanas, el desarrollo de posturas críticas a la constitución y desarrollo de familia y sociedad; las ciencias sociales toman más auge y lo subjetivo, la política, la cultura, la psicopedagogía y la economía con el apoyo de las investigaciones soviéticas se reconocen como elementos imprescindibles dentro de sus marcos de acción. Un elemento importante que no se debe relegar es que se desarrolla el trabajo con las emociones y los sentimientos como parte fundamental en el accionar de las personas, y la presencia del amor, en sus distintas concepciones como lo señala Maturana dentro de las acciones y las relaciones humanas. El ser humano se concibe cada vez más como un ser integral. Es decir por tanto, que las transformaciones culturales y sociopolíticas que ocurren en el mundo fungen como motores para la transformación en las ciencias, tanto para su definición conceptual como para la aplicación misma, y la visión que se tiene del ser humano. Y esa transformación social se debe a las constantes contradicciones entre las diferentes clases sociales y sus intereses, pues nada surge de la nada, y consecuentemente va tomando fuerza la crítica a las estructuras sociales dominantes. En este marco, ¿Cuál es la postura que los psicólogos debemos tomar al reconocer los sistemas dominantes?, ¿debemos colaborar para desarrollar alternativas de vida y convivencia o seguir tratando de reinsertar a los “enfermos mentales” a una sociedad enferma como lo había mencionado Thomas Szasz, uno de los pioneros en el movimiento antipsiquiátrico?, ¿qué marcos teórico-prácticos son los más adecuados para lograr la transformación de nuestra sociedad inmediata y que responda lo más fielmente posible a los intereses particulares de nuestra sociedad heterogénea? y concretamente en la práctica psicoterapéutica ¿cómo ayudar a resolver las dificultades “individuales” y familiares en un contexto que poco ayuda a tener una vida digna con presencia de pobreza, violencias, falta de alimentación y vivienda, inseguridad, competencia y demás?, ¿aún es vigente sólo hablar de psicología clínica o habremos de incluir lo social también? Considero que el papel que tenemos es de una talla inmensa y nada fácil, pero que sus frutos son de proporciones aún mayores. Debemos ser críticos, en primer lugar, en cuanto a nuestra práctica profesional-personal y preguntarnos si nuestro quehacer cotidiano responde a la transformación de nuestra realidad y la de los demás o sirve para mantener el statu quo actual, a partir de ahí podremos adentrarnos a la realidad de nuestra localidad latinoamericana y desarrollar posturas teóricas anticolonialistas, alejadas del eurocentrismo y que se caractericen por la respuesta a los problemas psicosociales particulares de nuestra región, por la defensa de relaciones humanas más nutricias y solidarias en lugar de la ávida competencia a la que estamos enfrentados por el capitalismo como marco político-económico e ideológico que ha permeado a la humanidad. En este desarrollo constante de generación de alternativas nos encontraremos indudablemente con diversas posturas teóricas y prácticas de las cuáles habremos de adoptar elementos y desechar otros para el cumplimiento de nuestros objetivos como psicólogas y psicólogos. En lo que más confianza habremos de tener es en que las verdades eternas no existen, pues en el universo, en la vida y en la sociedad nada es estático, todo está en movimiento y todo cambia y se transforma constantemente cuantitativa y cualitativamente. Por: Psic. José Santos Urbina Gutiérrez. psicologí[email protected] Hace aproximadamente 70 u 80 años que ocurrió una de las guerras más representativas de la historia, por su popularidad, aspectos relacionados a ésta se siguen comentado hasta el día hoy, desde la ficción, los documentales, los videojuegos, entre otros.
Hasta donde tengo conocimiento, desde mi nacimiento (el año 1986), en mi país no hemos vivido guerras que nos involucren como nación en conflictos internacionales que impliquen hostilidades bélicas, y acorde a lo poco que sé, se cuenta en la historia que la última se remonta a la segunda mundial con la intervención del escuadrón 201; aunque he de mencionar que tengo una excepción la cual comentaré más adelante. No tengo preparación militar, ni de combate, poco sé de armas o tácticas, y lo que conozco de guerras se relaciona con aspectos académicos, noticias, el gusto personal por ver documentales y películas de diversa índole relacionados al tema (así sean ficción) y por último el jugar videojuegos en los que tienen esa temática central. Creo que hablar de Nazis, Enola Gay, la guerra fría, o la guerra en medio oriente, nos pueden parecer temas un tanto curiosos pero desconectados de nuestro contexto, en gran parte gracias a una visión “objetiva” o “científica” de los hechos que nos puede llegar a parecer en textos escolares un tanto aburrida, y, por otra parte, el sensacionalismo o amarillismo cuando en las noticias se publican con textos e imágenes de impacto o con música y tonos de voz específicos para generar esa atracción en la nota, nos impacta como la nota del día, pero cualquier tipo de medio informativo de esta categoría en mi opinión busca la nota de impacto más que considerar las necesidades informativas de la población. Al platicar con algunas amistades y colegas, me percaté de una sensación de temor que compartíamos a que ocurrieran conflictos bélicos o guerras; la agresión, la violencia, la deshumanización, el caos, el dolor, el sufrimiento, las pérdidas que podrían generar esto, es algo inaceptable, algo que no podemos permitir que suceda, sin embargo, la realidad es que suceden; hace pocos años, el Gobierno en turno optó por una perspectiva de guerra contra el narcotráfico, y aunque no ha sido la única en la historia en esta zona geográfica del planeta, puesto que a mi consideración sería algo que lleva más de 500 años; aunque, según “descubrimientos” arqueológicos e históricos, los conflictos ya se daban incluso desde siglos atrás, pero en el sentido estricto es hasta hace ya 210 años el momento en el que mi país se “convirtió” en una “Nación Independiente” que puedo decirlo como tal, porque en mi país es y ha sido parte de la historia además de noticia periódica los conflictos armados o de violencia, por una serie de motivos diversos en los cuales no deseo focalizar en este momento. La guerra se considera tradicionalmente un conflicto, que implica hostilidades y violencia, puede ser entre dos o más personas, naciones, grupos, con ideas o intereses diversos, que no aceptan, ni toleran al otro y se conciben no diferentes, sino como contrarios, basta que un@ sol@ lo piense aunque la o él otr@ no para crearla. Aunque tememos a las armas de cualquier índole, y los actos de violencia, quien piense que no forma parte de una guerra en mi perspectiva está equivocado, porque en esta ocasión, más que hablar de la diferencia de ideas, hay una guerra de la que muchas personas formamos parte, la guerra ya no es tanto entre naciones o entre grupos con ideologías radicales o de poder, la guerra actual de la que creo que formamos parte es la guerra de los bienes, una guerra en la que está implícita las finanzas, la economía, el crédito, una guerra que implica el consumo, los bienes materiales, el poder adquisitivo; la guerra de la que formamos parte es un conflicto bélico de marcas, es una guerra de empresas, una guerra de productos de consumo, incluso una persona puede ser un producto de consumo, porque los derechos humanos, las leyes, y el Estado están sometidos; tratados de libre comercio al servicio de las empresas, no de las necesidades de la población, vemos como hay más seguridad en un banco que en las calles, hemos presenciado como los bosques, las selvas y animales forman parte de un producto de consumo el cual te lo venden empresas, y nos quedamos sin espacios, nos desconectamos de la naturaleza a la cual pertenecemos, y el poco acceso lo comercializan, al sentido de los empresarios, es para mí un insulto el que tengas que pagar por tener acceso a una zona natural, es una aberración pagar por el consumo de agua y alimentos básicos, es una aberración tener que pagar por tener un espacio en el cual vivir y si estás leyendo esto seguro formas parte de esta guerra. También somos reclutas para atacar y defender en esta guerra, como cual soldado, trabajes para la empresa que trabajes, eres un(a) soldad@, porque formas parte desde la forma más sutil hasta las formas más complejas y atroces en ese complejo engranaje; vemos la competencia entre marcas, entre la empresa que ofrece lo mejor, la publicidad, el rating, el estudio de mercado, todo sea por alcanzar a los consumistas, por venderles un producto, la felicidad a un producto de distancia, y no tiene fin, porque en algún momento te topas con ello y la tendencia es querer más, porque entre más tenga más feliz seré, porque lo que ya tengo no es suficiente, es un estado incompleto eterno, cada vez te ofrecen algo mejor, algo nuevo, aquello que conocemos de moda, siempre hay la renovación del producto, te venden la misma cosa pero con otro nombre, le añadieron características nuevas, mejores, diferentes, y tienes que tenerlo. Piensa en tu futuro, compra un seguro, piensa que no tienes auto, no tienes casa propia, ¿cómo le vas a hacer para comer?, pero para trabajar necesitas ropa, necesitas transportarte, necesitas una cuenta bancaria, te ofrece beneficios, es más fácil, es mejor, es más seguro, y así indirectamente, te vas convirtiendo en dependiente, pero, date cuenta, eres libre, libre para elegir la marca que quieras, pero al final perteneces a un bando y al hacer esto, perteneces a él, por lo tanto formas parte de la competencia, estas matando, estas aniquilando a la competencia, haciendo fuerte a tu nación favorita, pero… ¿será que en esta guerra las víctimas de tan terrible holocausto no son las empresas?, ¿qué acaso no es la persona la mayor perjudicada de todo esto?, ¿existirá alguna escapatoria?, ¿será que estamos condenados a vivir en esta guerra entre empresas?, ¿y el amor, los sentimientos , el sentido de la humanidad no forma parte de las empresas, el arte, las ciencias, la historia y la cultura?, ¿hay escapatoria?, ¿hay alguna forma en la cual se pueda escapar a esto?, ¿quieres escapar?, ¿puedes escapar? Por. Psic. Alejandro Domínguez Partida. [email protected] En Genera Alternativas: Espacio para el desarrollo psicosocial A. C. expresamos nuestra solidaridad con Oaxaca y nos pronunciamos en contra de los hechos ocurridos el pasado 19 de junio de 2016 en los que el derecho de manifestación por causas tanto laborales como educativas de maestros y maestras en lucha, en conjunto con pueblos solidarios, fue violentamente reprimido por las fuerzas del Estado mexicano.
Como organización de psicólogas y psicólogos que abogamos por una educación científica, integral y al servicio de los intereses de la población de México, además del fortalecimiento de la convivencia y las relaciones sociales en conjunto con el desarrollo de una salud psicosocial plena en la que reine la no violencia, exigimos el cese a las hostilidades represivas que las distintas instancias oficiales, como las policías y el ejército, por instrucciones del Estado, han realizado en numerosas ocasiones desde hace años en contra del pueblo mexicano. Denunciamos la política de guerra emprendida en diferentes países de América Latina como estrategia para el control y sometimiento, que ha costado la vida y libertad de miles de personas, siendo México nada ajeno a estas atrocidades, donde el bienestar mental de víctimas de violaciones graves de sus Derechos Humanos no ha sido prioridad. Hacemos un llamado al diálogo para esclarecer los puntos de la Reforma Educativa, que como ya se mencionó por cientos de docentes, periodistas, académicos, artistas e intelectuales a nivel nacional e internacional con mensajes contundentes al gobierno federal, muy poco tiene que ver con mejoras en la educación a nivel pedagógico o psicoeducativo y obedece más a una restructuración laboral en la que los trabajadores de la educación en México se verán aún más afectados. Así mismo, conlleva modificaciones económico-administrativas en cuanto al mantenimiento de los planteles educativos que abre las sendas de la privatización de la educación como ha sucedido con la banca, los energéticos, el campo y actualmente la seguridad social, favoreciendo intereses empresariales de organismos nacionales como Mexicanos Primero e internacionales como la OCDE. Consideramos que una verdadera Reforma Educativa debe ser construida, dialogada y consensuada sobre los cimientos de los intereses del pueblo, no impuesta desde organismos internacionales ajenos a la realidad de nuestro país, mucho menos por medio del uso de la represión, las armas y la violencia. |
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